Tierra Mojada




Muchos años después frente al pelotón de...” sus recuerdos.


Cine  Oscuridad
Ella               Yo

Me acurruca su mano en la mía, de modo que siento como si toda la ternura que produce un pollito esponjoso y tirando a un amarillo bonito -en el caso de que no seas alérgico a los bichos o te den asco porque van por el suelo y son cúmulos de gérmenes andantes, por muy cucos y monos y tiernos que sean, si quieres algo tierno prefieres un cornecho de pan recién arrancado de las manos de tu abuela “O cornecho para ti que aínda está quentiño”-. Pero a mí no me dan asco los pollitos, de hecho me comía la tierra mojada en su agua y aunque a algunos les parezca un menú poco apetecible, la verdad es que todavía siento el sabor de la tierra mojada como un pedacito de infancia molón dentro de mí.
Sé que es ella, escribe micro-poemas, el primer día me dejó uno dentro de mi carpeta, detrás del separador que pone Filosofía y ese día en casa había lentejas, cuando hay lentejas siempre pasa algo bueno.
Dos días después, y sin miedo a equivocarme, con la exactitud espacial, temporal y kilométrica que da el primer amor, algo arrugado y con olor a sudorcillo resobado y a colonia Chispas apareció entre los apuntes de Calderón y Góngora. Los recortes eran toscos, papel cuadriculado y arrancado al desgaire, lo cual embellecía más sus poemas. Ese día hubo sopa amarilla, y cambió mi apreciación sobre ella (sobre la sopa), mis incursiones en Mafalda no hacían que me gustase, pero ese trozo de papel cuadriculado, roto y sudado hizo que me comiera aquella sopa de fideos amarilla (¡Cómo el pollito) con saltitos en el corazón y hormigas haciéndome cosquillas en los pies.
Y ella me descubrió que:
Los submarinos amarillos existen
todo es amarillo
Van Gogh entreverado en mis siestas de agosto, como si durmiese en Arlés bajo aquel sol
y comiésemos patatas.
y ella me descubrió
a Nastassja Kinski en El beso de la Pantera
el Viaxe a Illa Redonda
Ella me descubrió a Sofía Loren y a Marcello Mastroianni.
Y que el amarillo es mi color favorito
y que lo de Santiago Nasar era una movida cíclica
y años más tarde, pero no ante el pelotón de fusilamiento
descubriré el sonido del hielo, en un vaso dulzón de licor 43 y “cacaolá”
y, años más tarde, Van Gogh se entreteje ya en la locura y yo lo sueño, pero de momento todos los motivos de infelicidad son circunstanciales y la metralla, los disparos de la vida resbalan ante mi invencibilidad de teflón y de catorce años y de un primer amor que acristala y burbujea el miedo convirtiendo la lava en azucenas en su pelo.
Y ella me escribe
sin saber nada, antes de que su mano de pollito se acurruque en la mía, en el cine, viendo Matar a un ruiseñor, con nuestras madres al lado, ajenas a nuestro amor, pero conocedoras de nuestra amistad y nos apretamos la mano fuerte, fuerte.
y llegará el día, un domingo por la tarde que acabará con el mito de la plomez de los domingos y sentadas sobre la hierba mojada ocurrirá. Mi primer beso adulto.
Cercanía, olor a chicle de clorofila, piel oliendo a Moussel de Legrain. Una lengua que no es la mía por primera vez dentro de mi boca, en un beso tímido y  de connotaciones clorofílicas y perezosamente incandescentes en mi lengua ya jamás ignífuga.
Lara, no sé dónde estás, no sé si te acuerdas de mí, pero ese beso sigue siendo el mejor en mi lista de besos favoritos y no ha sido superado ni por los de Cinema Paradiso. Y te recuerdo como una mariquita besando a un elefante y dejándome un rastro de lunares chiquitos en mi ya arrugada y recia piel. Y tienes la vehemencia y la brevedad de un haiku, en el idioma de la morriña “ai min”.

(Diario de Úrsula Ríos)


Silvi Lameiro



Entrada publicada en la penumbra de un blog el 7 de junio 2018.
Foto: TM.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Solidificado

Xoon

En mí