Bola de millo



Llueve y no cesa y me refresca en este confín infinito vacío de duendes y lleno de aceras y paseantes, compradores mejor dicho. Llueve y tal vez llueva como quién se enjabona, tal vez llueva para que los rezagados del jabón, non teñas duda de que en esta época hay una jarta mi arma se higienicen una miaja el sobaquillo. Llueve y la luz es pequeñita, Play Misty for Me, me muero de acordes, la belleza va acercándose a mis tímpanos y aunque puede ser un anochecer que no se acaba nunca, hoy necesitaba esta semioscuridad, estas lluvias luminosas, profundas, ayer necesité tu llover sin medida, ver las calles vacías, el sol nos acerca a las calles, so pena de multas, a quién le importa mientras la vitamina D vuelva a mí; voy a comprar: el pan, unas alcachofas, no me gustan, pero quiero ir al súper, a la frutería. Quiero hortalizas; quiero zanahorias, repolos, patacas, tomates; cualquier fruta o fruto se expande en sus puestos de la Plaza, tal vez ahora justo ahora empiezan a ser mucho más deseables que todo el colesterol que nos hemos embutido en: chorizo, pizzas, bollos, porquerías preparadas, recauchutadas de E-s y profanadas de fructosas y siropes varios.
Yo  quiero ahora, yo quiero ahora morir de frescor y por eso que me llueva en la cabeza que es el único lugar en el que me puede llover, salir a la ventana, al balcón. Empaparnos los cabellos, las manos y a la vez zamparnos una fresa que nos colme de frescura, bermellón y turgencia, y llega el dulzor, no empalagoso, un dulzor de fruta soñada y preferida por nosotros y por los niños... Y cuando llega la frutera - yo le compondría una oda si supiera hacerlo (igual hasta lo hago) - me llena de frescos, frescos, no más movidas que salen de plásticos. Yo quiero fresas, plátanos, judías, brécol, calabaza, champiñones, venid a mí hermosas mandarinas, limones, limones que en bizcocho su zumo sabe a un árbol en verano donde alargo la mano y huele maravilloso porque si le echo yogur de limón sabe a "fairi" limón, y así con el zumo, yogur natural y una cucharadita de azúcar en cuanto doy un mordisco a su esponjosidad - la he "clavao" la esponjosidad - me llega al terminar el aroma y sabor dorado con tizne de verde lima un pelín ácido que me hace confiar en que un día volveré a salir y volveré al lugar que más amo, el que más amo sin duda.
Volveré al cerezo, volveré  a acercarme a aquel limonero donde él agarraba los limones siempre, y yo voy y me acerco a sus frutos y los huelo y me quedo ensoñándome hasta las cejas; ahora pensándolo quiero llorar de nostalgia y limón y estar allí contigo, quiero ir con ellos,  quiero respirar allí, no no quiero salir aquí, quiero salir en el lugar más importante del mundo, en el lugar que amo, el lugar por el que - para bien o para mal - soy como soy y quiero verlo a él también corretear junto a ella, rubios y brunos a contracorriente del viento, el amor corriendo dándose la mano y corriendo sin confines, con esas risas que nos hacen ser felices también colateralmente. Quiero que cojamos moras, como lo hacíamos de niñas y nos las comamos allí mismo y luego hagamos mermelada, también como antes y quiero, pero eso no se puede recuperar aquel olor del millo; lo haré M, lo haré por ti,  tal vez hoy mismo, haré el sabor de mi infancia, que me recuerda a ti, a ellos y a mi lugar en el mundo:
bola de millo en folla de col.
Y recuerdo las hojas de laurel e ir a rolos e tornalas ovellas y recuerdo lo que a mí modo es la felicidad: espacios abiertos donde la vista se pierde en árboles, aire, agua fresca...
Me gusta el sonido de los coches pasando sobre as rúas molladas.


Silvi Lameiro


Entrada publicada en la penumbra de un blog el 17  de Abril de 2020.
Foto: //pixabay.com/es/photos/limones-planta-%C3%A1rbol-frutas-4252529/

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