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Mostrando entradas de abril, 2020

Tierra Mojada

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“ Muchos años después frente al pelotón de...” sus recuerdos . Cine   Oscuridad Ella                Yo Me acurruca su mano en la mía, de modo que siento como si toda la ternura que produce un pollito esponjoso y tirando a un amarillo bonito -en el caso de que no seas alérgico a los bichos o te den asco porque van por el suelo y son cúmulos de gérmenes andantes, por muy cucos y monos y tiernos que sean, si quieres algo tierno prefieres un cornecho de pan recién arrancado de las manos de tu abuela “ O cornecho para ti que aínda está quentiño ”-.  Pero a mí no me dan asco los pollitos, de hecho me comía la tierra mojada en su agua y aunque a algunos les parezca un menú poco apetecible, la verdad es que todavía siento el sabor de la tierra mojada como un pedacito de infancia molón dentro de mí. Sé que es ella, escribe micro-poemas, el primer día me dejó uno dentro de mi carpeta, detrás del separador que pone Filosofía y ese día en casa había lentejas, cuando hay len

Estridencias mentales

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Tañirán las campanas tildarán a los tarambanas teñirán de color cochinilla todos los amaneceres pelirrojos con la vehemencia tonal que te imaginas al estrujarla o al cortar una remolacha un tomate ¡Un pepino no!! aunque no te importe un ídem Tiñe tiñe tiñe no se va nunca ni el "salsafrán" ni la cúrcuma ni el Flanin, esto no es cierto,  pero luego del "salsafrán" procedía el Flanin, cositas molidas, que a saber qué llevan, cuántas veces habremos decorado nuestros postres  y orellas con tiza molida ¿rallada? ¿rayada?, suele aparecer esa duda... Estornudan los nidos, se condicionan las noches y acondicionan los cabellos, se ofuscan las golondrinas, ya no cuelgan nada en los balcones, ni en los casinos, solo ruido; nada de ruiseñores... Señores opacos repartiendo maldad y puros en las bodas... Cambió las muelas por las margaritas y se dedicó a ser ropa mecida por el viento, en un día de viento intenso, ropa que baila, ropa que vive, calcetín c

Bola de millo

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Llueve y no cesa y me refresca en este confín infinito vacío de duendes y lleno de aceras y paseantes, compradores mejor dicho. Llueve y tal vez llueva como quién se enjabona, tal vez llueva para que los rezagados del jabón, non teñas duda de que en esta época hay una jarta mi arma se higienicen una miaja el sobaquillo. Llueve y la luz es pequeñita, Play Misty for Me , me muero de acordes, la belleza va acercándose a mis tímpanos y aunque puede ser un anochecer que no se acaba nunca, hoy necesitaba esta semioscuridad, estas lluvias luminosas, profundas, ayer necesité tu llover sin medida, ver las calles vacías, el sol nos acerca a las calles, so pena de multas, a quién le importa mientras la vitamina D vuelva a mí; voy a comprar: el pan, unas alcachofas, no me gustan, pero quiero ir al súper, a la frutería. Quiero hortalizas; quiero zanahorias, repolos, patacas, tomates; cualquier fruta o fruto se expande en sus puestos de la Plaza, tal vez ahora justo ahora empiezan a ser mucho

Amor tiñoso

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Ya no hay nada que soportar, sólo amar, excepto que ya no sabemos amar o nunca supimos en realidad, el colega conocido antiguamente como amor nunca existió o lo ejercitábamos mal, no puedes convertir a un juerguista en un hombre casero y no puedes convertir a una mujer muy independiente en una cosita agazapada que te espere en casa con el ABC y la pipa y las zapatillas y tus croquetas con ketchup y patatas fritas. El amor es raro o cabroncete o no sabemos cómo va, ya lo decía Rilke en sus  Cartas a un joven poeta,  llamamos amor a una cosa que no se le parece ni de lejos. Amor no es no ser tú, amor no es renunciar, es hacerte más grande al lado del otro, evolucionar, crecer junto a la otra persona, ser libres, moverse. El amor no es impedirte ropa, viajes, dinero, mirarte el móvil, hacer que te sientas mal y víctima, eso será codependencia, autoestima nula, miedo a estar sola, pero de amor ahí no hay ni un pequeño rastro. Déjalo volar y que se vaya, déjalo volar aunque sea al

Pájaros

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Los pájaros, como en una película, tal vez sobrevalorada (prefiero  Marnie …, “ai min”) lo inundaron todo con sus trinos, sus plumas y sus excrementos con color de agua de rosas y olor de acero y cuero curtido. Las noches no se apagaron, las velas tampoco y los pájaros sobrevolaban a su antojo nuestro sentimientos, como un Hiroshima benévolo y escalofriante por su belleza, no por su terror y por sus consecuencias a largo plazo. Nadie se preguntaba por qué sucedía aquello tan extraño, aquello tan extraño era bello y no procedía preguntar ante tal esplendor luminoso de efectos apabullantes en cuanto una miraba al cielo; Las personas éramos felices, al menos durante un año, dos a lo sumo, hasta que nos cansamos de la hermosura o la hicimos cotidiana y la olvidamos. Los murmullos de asombro fueron sustituidos por los de aburrimiento, ya casi nadie contemplaba los espectáculos coloridos y alados, las cabezas se iban volviendo hacia abajo, incluso se quejaban de lo antinatural de tant

Puertas

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Las cualidades terrosas que posee pesan y manchan, pero sobre todo pesan, también le pesa el cuerpo como si llevara sacos de algo inexistente, pero de una solidez muy robusta adosados a su psique. No consigue encontrar la vereda que la lleve a un lugar de calma, a una zona tranquila, tal vez su zona sea el sufrimiento, la irracionalidad y eso la agota tanto que a veces tiene que pasarse horas vegetando en el sofá o aislada  del mundo porque a ella vivir le duele solapadamente. Guarda pensamientos ancestrales, imágenes extrañas, frases de otro u otros mundos que se van abriendo como compuertas infinitas de manera que nunca termina de ser ella, no porque no quiera, sino porque no llega nunca a la última puerta y esas interioridades se reproducen como esporas, compartimentos chiquitos; secretos que la inundan y hacen que vomite sin hacerlo. Padecer tantas cosas que no realiza, ser constante diarrea y diana para los demás porque se expone a ello y aunque sea invisible los dardos la al

Estrellas en las ventanas

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Está con un atisbo de estrellas en las ventanas, de aire vacilante ante ellas. Apenas una muesca de personas se manifiestan en su retina esperando, cree ella, a que se decida a enfocarlas para que formen parte de lo que se escriba en el papel. Un perro cruza la carretera, viste un elegante arnés rojo, supongo que para enganchar la correa, observa a otro de su especie miccionando en uno de esos árboles urbanos y desnutridos en los que tiempo atrás colgaban bragas, sostenes y calcetines con desorden y desconcierto y quién sabe si algún que otro mate cebado por los sueños de algún argentino. La luz se desenvuelve todavía, la temperatura nos atormenta con su calidez, más bien con ese sudor húmedo que nos llena y nos posee y no, no es nada erótico. La escritora desde la ventana siente su hombro adolorido pero también siente moviéndose una falda corta con motas de algodón con melena al viento, pena de móvil que embarra la escena,  desajusta a la posible protagonista casi nocturna. Se es