Amor tiñoso



Ya no hay nada que soportar, sólo amar, excepto que ya no sabemos amar o nunca supimos en realidad, el colega conocido antiguamente como amor nunca existió o lo ejercitábamos mal, no puedes convertir a un juerguista en un hombre casero y no puedes convertir a una mujer muy independiente en una cosita agazapada que te espere en casa con el ABC y la pipa y las zapatillas y tus croquetas con ketchup y patatas fritas. El amor es raro o cabroncete o no sabemos cómo va, ya lo decía Rilke en sus Cartas a un joven poeta, llamamos amor a una cosa que no se le parece ni de lejos. Amor no es no ser tú, amor no es renunciar, es hacerte más grande al lado del otro, evolucionar, crecer junto a la otra persona, ser libres, moverse. El amor no es impedirte ropa, viajes, dinero, mirarte el móvil, hacer que te sientas mal y víctima, eso será codependencia, autoestima nula, miedo a estar sola, pero de amor ahí no hay ni un pequeño rastro.
Déjalo volar y que se vaya, déjalo volar aunque sea al borde de un precipicio y si levanta el vuelo y se estrella, estás de enhorabuena porque no va a volver y ya puedes dedicarte a amarte a ti misma como si no hubiese un mañana, las complejidades del cuerpo ya se irán viendo, pero tú ámate, ámate, no dejes que el respeto sea un simple conocido al que saludas por costumbre en la calle, hazlo tuyo, “bi respect mai frien”.
Total que la tía dejó a su novio o al revés o se dejaron y entonces fue libre, no por la verdad, sino por estar sin maromo o maroma losa que no valía para nada. Los novios losa no suelen valer más que para ir añadiendo piedrecitas que se van convirtiendo en piedras cada vez más pesadas a lo largo del camino y años después de ser una joven pizpireta y enérgica, te encuentras al lado de un capullo almohadillado y no te reconoces, te miras al espejo y esos ojos que no tienen casi vida son tuyos, no son aquellos ojos que tenías que despedían vitalidad y transparencia a gogó, son algo esquivo, huidizo, como de faneca muerta. Y tú ya no eres aquella joven vivaz, vas caminando como si llevaras  encima una torre humana y vas comiendo todo lo que encuentras a tu paso sin orden ni concierto para que la ralentización de tu mundo, de tus ideas, de tus sueños coincida con la “plomez” de tu cuerpo, con la gravedad cada vez más grave de tus miembros; tus pies enterrados en la arena no te permiten casi andar…
¿Dónde está aquel sueño de ser escaladora? ¿Dónde aquel de ser tornera? Sólo te queda la tele, la nevera como tabla de salvación, ya ni lees, la última novela  que leíste era de Corín Tellado, cuando antes…
Este amor tiñoso que te cuelga, que te deshace a tiras, que muestra tu ansiedad en no poder ni ponerte la ropa que te gusta, no es amor, es una enfermedad y, como toda enfermedad que se precie, tiene cura. Este amor tiñoso no es para ti. Aplícale un gel de ocho a diez días y que le vaya bonito, pero en un lugar muy, muy lejano.
Silvi Lameiro


Entrada publicada en la penumbra de un blog el 29  de Abril de 2019.

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