Amar requiere tiempo


Me quité el corazón…
Arranqué de cuajo, extirpé cepas de cielo, dejando las frondosidades para otro momento.
Destrocé un alvéolo con tu ira – el humo llegó después – la mía se sentía impotente.
Escuché tímpanos de miel.
Cabalgué pasos de cebra en Tijuana o en cualquier gueto europeo.
Restringí tus fronteras, quemé mis hombreras, creé impresoras en alucinaciones futuribles.
Encadené listas de la compra, menús semanales, rutinas, libretas, deberes, libros, guerreros y katas.
Sembré flores y recuerdos enchironados bajo la mina de los lápices.
Diseñé sofisticados métodos de elevación de unicornios para tirar la basura sin que los agarradores rozaran sus cuernos.
Elaboré estrategias para crear algo visiblemente práctico en el horario habitual de confinamiento.
Acampé en mis cobardías nocturnas de ciudad ermitaña y austera.
Observé los avances que el sol trazaba en pálidas fachadas tachonadas de encierros y ventanas, de ventanas y encierros.
Despilfarré en un solo cumpleaños las monedas y víveres de tres o cuatro semanas.
Morí una noche de novela policíaca, espanto y elucubraciones de miseria.
Sentí la realidad como más compacta y sólida que antes, cuando no me incluía.
Miré de nuevo hacia arriba, hacia abajo, siempre cristal entre miradas.
Consideré llenar los cartuchos de mi pluma con meconio, chapapote e incertidumbre.
Divisé madres descalzas de hambre en boca, bebés en vientre y niños en mano anhelando el paraíso techado de nuestra cuarentena.
Ausculté yemas áridas, besos secos, abrazos estériles, gestos de acercamiento dislocados, amor que teme amarse, pulmones atemorizados ante tos recién estrenada.
Aireé un talento casi apolillado, después volvió a sus aposentos de lavanda.
Auguro desnutrición de ladrones y seres queridos por ausencia de teletrabajo. Delincuentes confinados repasando el latrocinio en tutoriales.
Entreveo bocas distintas desde hace días, incluso las descreídas usan labial de mascarilla.
Aventuro un final donde al grito de preparados, listos, fuera corramos a recuperar el trabajo, que no el tiempo perdido; despreciando semanas desperdiciadas en familia ¡A las jaulas de nuevo!
Amar no es un problema, pero requiere tiempo.
Bloquearé mis compuertas de azufre hasta que los acantilados permitan respirar.
Comeré errantes, desafinados ruiseñores de papel como obleas cantarinas.
Esparciré los lugares de solaz en momentos de irrealidad y musgo.

Trazaré refugios de indigencia en aguafuertes de cartón. 
Dibujaré voces de niños, “caminito de la escuela” en la mañana, y recuperaré así lo cotidiano.



 Silvi Lameiro


Entrada publicada en la penumbra de un blog hoy 27 de marzo de 2020.
Foto: https://pixabay.com/es/photos/swing-jugar-la-infancia-diversi%C3%B3n-1350654/

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