Lluvia llegó


Lluvia llegó a la estación con su maleta de jaspe y su mirada emborronada, nadie la estaba esperando.

A veces sucedía, no siempre era bien recibida, pero era un hombre fuerte. Hoy sentía y no era la primera ocasión ni la segunda que no había escogido el momento oportuno para llegar, era un hombre sensible, le dolía cuando exclamaban ¡Puta lluvia de mierda! ¡A ver si para de una vez!! O que pensaran que era triste y que producía melancolía, también conocía personas a las que les gustaba, pero hoy, doce de junio, era uno de esos días en los que la gente no la esperaba en absoluto y le horrorizaba llegar así, de manera tan desconsiderada y virulenta como si abrieras una puerta y de repente el diluvio universal en forma de ola te lamiera.

Las personas se sentían como fideos en un tazón o nabizas en caldo, confinados en un lago. No la querían, Lluvia no se sentía apreciado y ahí seguía solo en el andén esperando que alguien viniera a buscarlo. No, hoy no era su día y seguiría así quién sabe por cuanto tiempo, tal vez Nubes Pasajeras - su grupo de música - o su mejor amiga Laurent la rescataran, pero no tenía pinta, Lau estaría oculta en algún lugar, esperando el momento adecuado para salir y terminar con su juego del escondite.

Hoy su llegada inesperada cogía desprevenidos hasta a los paraguas, tan tranquilos y secos en sus guaridas, alguno aún abierto y olvidado en un rincón absurdo de la casa. Lluvia sintió una ligera vibración y vio que era el consabido holograma de flores de su amiga Tomás, lo único que la animaba en esos días. Saber que alguien piensa en ti un segundo del día a veces es suficiente para no parar de llover. En ciertos momentos, en los adecuados, aparecían en su conjunción de hologramas sus canciones favoritas: Bandiera Bianca, Jill’s theme, Abre la puerta niña…

 Últimamente la gente casi no salía por culpa del crownvirus y él se sentía menos deseado que nunca, ayer se había presentado a la hora del aplauso y cuando lo sintieron, con evidentes gestos de fastidio, dejaron de aplaudir y se metieron de nuevo en sus casas. No era el más popular de los cheerleaders se daba cuenta, pero… ¡Quién quiere ser una cheerleader!! ¡Pinches gringos y sus pendejadas! Él no podía negarse a llover en lágrimas al son de Rutger Hauer o de aquel polvo bajo la lluvia de Kim Basinger y Mickey Rourke  en aquel universo ya tan lejano, aunque nunca tan hermoso como en El luchador, la enorme belleza del fracaso no se valoraba lo suficienteEso le gustaba, morir matando, si la muerte ha de venir que venga mientras lluevo, no puedo con las opiniones de los demás, nunca lluevo a gusto de todos, pero a veces lluevo porque sí y a veces lluevo de alegría y otras de tristeza inconmensurable y lleno embalses que Laurent traviesa, o cruel directamente – humanos somos al cabo y al fin –  se dedica a vaciar obstinadamente durante días, semanas, meses y los extingue a su contacto, cuanto más se queda ella más vacíos deja.  Y aquí sigo en el andén pensando en las desolaciones de El corazón es un cazador solitario, pero también en Matar a un ruiseñor y en Scout, y en un Robert Duvall tan jovencito que es imposible que pudiera asustar a nadie o hacerse reconocible. Siento fresco en la espalda, ni yo mismo puedo ser yo mismo sin perder algo siéndolo, saco una rebequita que he traído en un  nimbo, de un tono de verde del que brotan las flores húmedas, ese verde que porta el frescor en la hierba en un día muy caluroso, ese verde que ves y sientes ligereza en la vida, cierto optimismo.

Yo a veces lluevo solo para ver a las personas que sí me aman danzando y cantando para mí, sonriendo para mí, en un guiño o idilio sin fin y de repente un extra inesperado como yo aparece y sonríe también porque yo no solo broto y lluevo tristezza, también lluevo y germino y esparzo como harina en la mesa de El cartero siempre llama dos veces, “felichitá”. Esa Jessica Lange grandiosa. Sí,  lo sé, hay una en blanco y negro, que me gusta porque es mi gama tonal y a ella me ciño, pero cuando asomo colores soy inspirador por contraste. Lo mío es aflorar movidas, casi arte diría.

Sí, lo sé, a veces se me va la mano con el agua y la lío parda, ya he dicho antes que Tomás es mi amiga y a uno se le pegan costumbres y va por ahí sembrando el caos sin darse cuenta, es parte de nuestra naturaleza. 

                                                                                                            

                                                                                                   Silvi Lameiro


Entrada publicada en la penumbra de un blog el 9 de junio de 2020.


 

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